¿TE AYUDAMOS Y HABLAMOS DEL RUIDO?

El ruido y la inteligencia.

Mis años de experiencia profesional me han llevado a observar, como si lo hiciera a ojo de dron, el problema de la contaminación acústica.

La molestia que genera el ruido llega a los hogares, a los centros de trabajo, a la vida de los vecinos de un barrio y a cualquier entorno humanizado desde diversos y numerosísimos focos. Puedo ver como las actividades que generan los altos niveles de ruido, dentro de su diversidad, son tratadas de distinta forma desde le punto de vista de la justificación de estas. Por ello no es extraño que nos encontremos con situaciones de agresión acústica grave que, debido a qué o a quiénes las generan, se llegan a entender como plenamente justificadas. 

Niveles excesivos que se emiten desde un patio de un colegio; campanas y fiestas patronales; industrias muy consolidadas en zonas concretas y que dan trabajo a cientos de vecinos; actividades esenciales de suministro energético; medios de trasporte o actividades de sectores muy concretos como el del ocio o el turismo son algunos de lo ejemplos que me he ido encontrando y en los cuales se ha introducido una característica, circunstancia o dato benévolo que lleva a la justificación de estos.

Pero por mucho que se quiera pintar esta realidad de colores, los valores o decibelios obtenidos que llegan en exceso a las viviendas de los afectados nunca podrán ser justificados y dejarán en la más oscura tiniebla la esperanza de conseguir entornos acústicamente saludables. 

El solo hecho de plantear la idea de asumir la molestia como algo razonable e incluso asumible nos hace parecer poco inteligentes. La posibilidad de aplicar medidas correctoras a las fuentes ruidosas, desde las puramente técnicas hasta las relativas a la planificación horaria y de ubicación, nos hace ver que la base de la citada justificación se encuentra sustentada en la comodidad o la falta de concienciación ante el grave riesgo que supone, para nuestra salud, el sometimiento a altos niveles de ruido de forma constante. Nuestra salud se resiente y nuestra vida sufre los efectos perjudiciales que supone tener presente el ruido de forma permanente.

No hay justificación posible ante la agresión acústica si hay medidas reales y eficaces que pueden evitarla. Así, yo me pregunto: ¿Podríamos justificar la perdida auditiva sufrida por un trabajador y generada por los niveles excesivos de ruido en un comedor escolar? Esta es la noticia que recientemente hemos leído y que ha llevado a una indemnización al mismo por tal motivo. Ello nos hace ver que en muchos casos no se puede justificar y entender como asumible la lesión provocada por la agresión acústica por el hecho de que los generadores de la misma sean los niños, tradiciones, actividades de interés general o de necesaria y normal diversión.

Conociendo que su molesta agresión nos puede tocar a todos, deberemos implementar las medidas correctoras para evitar los excesos de ruido en todas las situaciones sin excepción. Pero como he dicho, esto hace de nuestra inteligencia algo necesario. Partiendo de la correcta concienciación sobre los efectos perjudiciales del ruido debemos buscar la solución para evitar la agresión.

Si somos inteligentes que se note en este campo.

Antonio García García

Director de Abogado del Ruido

Información y concienciación sobre el ruido.

Podemos decir, sin error a equivocarnos, que el exceso de ruido puede ser un agresor que no discrimina. Cuando hablamos de la contaminación acústica muchos pueden decidir pasar, relativizar su importancia e incluso dudar, a base de tópicos, de todos aquellos que lo sufren. Pero lo que nunca se puede negar es que nos puede tocar y afectar a todos.

No espereis un artículo hablando de la bondades de moderar el ruido. Ese artículo o ya lo he escrito o lo escribiré muy pronto. Hoy toca hablar de la información sobre sus efectos y de la verdadera concienciación que se necesita para conseguir unos entornos, vecinales o urbanos, más saludables.

Nuestras ciudades son ruidosas, sí. No es visible, se oye pero no se escucha. Contamos con una red urbana por donde el tráfico llena de molestia y decibelios cada calle de nuestra ciudad. Este tipo de contaminación no viene solo. La movilidad urbana genera los más altos niveles y porcentajes de ruido en las ciudades. Pero no escuchamos a nuestra salud. Hacemos oídos sordos a todas las recomendaciones sanitarias y científicas que piden «a gritos» la moderación, la actuación ante la agresión acústica.

Conocemos, aunque sea por puro instinto, que el ruido nos puede perjudicar. Enmascarar de intereses y necesidades varias el uso indiscriminado de niveles de ruido elevados es una falacia. Pero no me llames radical. Catalogarme como difusor de pensamiento critico frente al actuar ruidoso.

«Si tu ruido le va a quitar la sonrisa a los demás no me invites a tu fiesta». Con esta frase siempre he querido solicitar el respeto a los demás. Al igual que tenemos en nuestra mano aminorar la contaminación acústica provocada por el tráfico, igual podemos hacer en el campo de lar relaciones de vecindad. Evitar la molestia a los más cercanos y fomentar la buena convivencia nos va a dar grandes alegrías. Ensuciar la convivencia a base de arrastres, taladros a deshoras, fiestas interminables es irresponsable.

Sin querer alargarme mucho terminaré diciendo que la concienciación en este tema comienza con la información y continua con la acción fruto de la misma. Hay campañas contra el ruido, algunas, contadas… pero necesitamos más. Necesitamos información y concienciación sobre el ruido y sus efectos perjudiciales. Abogado del Ruido no es una campaña contra el ruido es una vida entera frente a su molestia y por ello estoy y estaremos defendiendo la salud allí donde el ruido quiera agredirla.

Un abrazo y el ruido cuanto más lejos mejor.

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Antonio García García – Abogado del Ruido

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